Hace un año que los viernes ya no son lo que eran.
En unos meses hemos pasado del Cambio Climático, entendido y trabajado desde perspectivas científicas, a la Emergencia Climática, entendida y conocida por cada vez más gente.
Greta Thunberg decidió hacer huelga cada viernes, para defender a su planeta y su futuro. Una causa más que justa. Y a ella le han seguido miles y miles de jóvenes, que se han sentido identificados con ella.
El calentamiento global del planeta está moviendo masas y me atrevo a decir que ya no hay vuelta atrás.
Ojalá hubiera habido una Greta hace mucho tiempo. Ahora las cosas serían distintas. Quiero creer que aún estamos a tiempo de encontrar soluciones. Y lo haremos con ellos. Con todos los jóvenes y nuestros hijos, que al fin y al cabo, son nuestro futuro.
A menudo pienso que todo lo que tiene que ver con la defensa del medio ambiente, el cambio climático y de las personas, es cuestión de generosidad.
Cuando eres generosa, piensas en los demás. Y la generosidad se contagia. Proteger y cuidar de nuestro planeta también es un acto de generosidad.
Y esta es la fuerza que ha sacado Greta para seguir con su lucha personal y a la vez global.

A menudo pienso en ella y en la fuerza interior que debe tener para resistir durante todo este viaje.
Se ha manifestado sola, ha hablado delante de gente que no quería oírla o no le interesaba lo que decía. Pero ella persiste. Yo no sé si hubiera aguantado tanto. Y por eso admiro a esta niña de 16 años.
Cuando pienso en mí cuando tenía su edad… Dudo que hubiera tenido su capacidad y su fuerza.
Desde aquí sólo me sale decirte un enorme GRACIAS.
La generación Greta se posiciona porque quiere un clima saludable para su futuro. Un derecho que tienen y utilizan para sacudir nuestras conciencias de adultos. Para ver si reaccionamos y nos lo tomamos en serio de una vez.
Mañana me uniré a la Manifestación Mundial por el Clima. No soy de huelgas, manifestaciones y aglorameraciones, pero esta no me la pierdo.
Hace un año que los viernes ya no son lo que eran.